Si algo caracteriza a nuestro país en estas fechas son las leyendas de terror que han sido contadas por abuelos, familiares y amigos durante nuestra reunión.
En esta ocasión te trae las leyendas mexicanas ideales para contar en estas reuniones de Halloween y Día de Muertos.
Recordemos que las leyendas mexicanas son famosas por su contenido y elementos culturales que la componen.
Y varía de acuerdo al lugar donde surgen y la cultura que transmiten. Aquí cinco leyendas de terror mexicanas que tal vez no conocías, y te dejarán la piel chinita.
El novio de la Muerta
Cuenta la leyenda que Verónica era novia de Fernando, estaban preparando su boda, y justamente una semana antes, ella decidió viajar fuera de la ciudad para entregar sus invitaciones.
El día de la boda, Verónica aún se encontró fuera de su ciudad, y decidió ponerse su vestido de novia para llegar a la iglesia y unir su vida con la de Fernando.
Verónica subió al auto con su tía que la acompañaba, y sin saber porque sintió una extraña sensación, que la puso inquieta. Su tía lo notó, pero supuso que los nervios eran por la boda.
El día era triste, y el clima era muy malo, llovía con intensidad, y cuando estaban cerca de la ciudad donde se realizaría la boda, en un tramo lleno de curvas, Verónica aceleró y no pudo controlar el automóvil, mismo que cayó a un barranco, y la joven mujer murió al instante.
Años más tarde, un compañero de universidad de Verónica manejaba por el trayecto donde sucedió el accidente, ya las 12 de la noche, el conductor miró por el espejo retrovisor a la difunta, que estaba sentada en la parte de atrás del auto, en consecuencia , el hombre chocó y murió.
Cuentan las leyendas que si vas solo por esta carretera, no debes mirar el espejo retrovisor, porque puedes encontrar con Verónica, que busca víctimas para que sufren lo que ella vivió.
Kona Kai
La leyenda cuenta que tres amigos se ponían de acuerdo para salir un 1 de noviembre por la noche, después de quedarse de ver al día siguiente en el panteón.
Y esa noche solamente dos de ellos entraron a un bar y el otro amigo se fue a su casa. Rumbo a su casa vio el recién abierto Kona Kai, un bar de Mexicali, y decidió entrar para conocerlo.
Una vez dentro, se sentó en la barra y el barman le dijo que estaban cerca de la hora de cierre por lo que se apresuró a beber un trago, una señora se acercó a hacer conversación y le invitó otro trago mientras platicaban.
Entre los diálogos el hombre le compartió a la mujer que visitaba a su madre por el 2 de noviembre al panteón como todos los años y que ese año no sería la excepción.
Con el bar apunto de cerrar el hombre se fue a su casa ya que debería estar temprano en el panteón como había acordado con sus amigos.
Al día siguiente, sus amigos y familiares lo esperaban en el cementerio, y al preguntarle sobre su tardanza, el amigo respondió que fue al bar Kona Kai, y sus amigos se sorprendieron debido a que desconocían el lugar; este les contestó que había ido al bar Kona Kai, y sus amigos se sorprendieron debido a su desconocimiento, este les indicó la dirección, que es entre la Av. México y la López Mateos, respondieron que ese lugar llevaba varios años cerrado.
Después de visitar el panteón, los tres amigos fueron a donde estaba el bar, al entrar se dieron cuenta que el lugar no era más que ruinas, y el hombre que había estado ahí la noche anterior, quedó desconcertado.
Su sorpresa fue encontrar los vasos que había ocupado, así como su dinero. Ahí recordó lo que siempre le dijo su madre: “el 2 de noviembre los muertos visitan a los vivos”.
Se cuenta dentro de las leyendas en Mexicali que cada día de muertos el bar abre sus puertas.
Los Títeres del “Capi” Oviedo
En los años setenta, en Celaya, existió un titiritero de nombre José D. Ovideo conocido como “Capi Oviedo”, montaba un show en la ciudad a lo largo de la calle de Hidalgo en el centro de la ciudad o en su propia casa en la misma calle.
En casa show se aglomeraban los niños acompañados de sus padres, el “ Capi ” era muy popular en la época, su show consistía en 33 marionetas en un teatro de metro y medio adornado de terciopelo.
Representaba clásicos como La llorona o Cruz Diablo .
Una noche después de dar un show, empezó a darse cuenta de que en su hogar ocurrían cosas extrañas como el sonido de pasos de marionetas o el desacomode de las mismas.
Hasta que un día descubrió que dos títeres, una mujer y un hombre vestidos con trajes de bailarines, se encontraban tirados en el suelo como si hubieran realizado un baile.
Días después, se despertó escuchando el sonido de los pasos de las marionetas, el zapateado se intensificaban y parecía que se acercaba a la habitación, sin embargo, se quedó en su cama esperando.
A la mañana siguiente, ningún muñeco estaba en su lugar, todos estaban regados por toda la casa, y optó por llevar los 33 títeres a bendecir a la catedral.
Pasó el tiempo y siguió dando sus funciones hasta que en una, mientras manipulaba el muñeco que representaba a un juez comenzó a voltear la cabeza hasta estar frente a frente y hacer una mueca horror.
El “Capi” Oviedo dio finalizado el acto y no volvió a dar funciones, decidió enterrar las marionetas y ya casi no se le veía en la ciudad.
El fantasma de la monja
Cuenta la leyenda que en la época de la colonia vivía en la Ciudad de México una dama de clase alta llamada María de Ávila.
Un buen día, conoció a un hombre mestizo que trabajaba en las tierras cercanas y se enamoró perdidamente de él.
Sus hermanos, al enterarse de su romance escondido, se opusieron a que contrajeron matrimonio y amenazaron al mestizo para que dejara a su hermana en paz.
Al principio, el hombre enamorado se negó rotundamente, sin embargo, los tres hermanos le ofrecieron una gran suma de dinero y, en su necesidad, el mestizo lo aceptó y se fue de la vida de María para nunca regresar.
Luego de enterarse de la noticia, María cayó en una profunda depresión que duró por muchos años.
Al ver esto, sus hermanos decidieron recluirla en el antiguo Convento de la Concepción, ubicado actualmente en la calle Belisario Domínguez número 5.
Tras algunos meses de encierro y al verso sin salida, María de Ávila decidió ahorcarse en un árbol dentro de las instalaciones del convento, condenando su alma a una eternidad en pena como castigo por su pecado.
Las monjas que habitan el convento hasta el día de hoy, cuentan que pueden ver la figura de la joven rondando los pasillos del convento en search de su amor perdido. Pero tal vez son solo leyendas.
La Pascualita
En Chihuahua, existe un maniquí de aparador que ha sido objeto de múltiples relatos sobrenaturales conocido como “La Pascualita” o «la Chonita».
En esta tienda para vestidos de novia llamada La Popular se encuentra esta figura alta, esbelta con tez de apariencia humana que durante casi noventa años ha sido visitada por gente de todo el mundo.
Este maniquí, según la cultura popular, no es un muñeco, sino un cadáver embalsamado en perfecto estado de conservación.
Apareció en las vidrieras de esta tienda el 25 de marzo de 1930 cuando alguien observó la sorprendente similitud entre este maniquí y la hija recién fallecida de la dueña de la tienda.
La leyenda cuenta que la dueña, Pascuala Esparza tenía una hermosa hija que se iba a casar. El día de su boda, una araña viuda la picó y murió.
Pascuala quedó tan afectada por la pérdida que quiso preservar su cuerpo, lo momificó y colocó en la vidriera para que fuera la novia que siempre soñó.
La señora Esparza llamó “La Chonita” a este maniquí que decía le había llegado procedente de Francia un 8 de diciembre, día de la Inmaculada Concepción.