A partir del 23 de octubre, el público podrá adentrarse en la intimidad creativa de Bruce Springsteen en SPRINGSTEEN: MÚSICA DE NINGUNA PARTE, la nueva película protagonizada por Jeremy Allen White (El oso). El film retrata uno de los momentos más decisivos en la carrera del icónico músico: los tumultuosos años en los que compuso y grabó Nebraska, su inolvidable álbum de 1982.
Para colocarse en la piel de este artista admirado y amado por generaciones, White se embarcó en un proceso creativo sin precedentes en su ascendente carrera actoral que le permitió captar la esencia del artista y llevar a los espectadores a un conmovedor viaje emocional y musical hacia su mundo interior.
Las películas biopic nunca pasan de moda y entre recientes propuestas exitosas, ya era tiempo de hacer una revisión de uno de los artistas estadounidenses más importantes de rock; Bruce Springsteen.
Dirigida por Scott Cooper y protagonizada por Jeremy Allen White, Springsteen: Deliver Me From Nowhere, se centra en la gestación de Nebraska de 1982, ese disco que el propio “Boss” grabó en su casa, con una grabadora de cuatro pistas y en uno de los momentos más sombríos de su vida.
La película propone una exploración íntima de un artista que duda y se distancia de la fama que él mismo construyó para enfrentar una transición emocional y artística decisiva no solo en su carrera, sino en cada aspecto de su vida.
Una de sus grandes virtudes es la elección de Jeremy Allen White en el papel principal, que logra una interpretación contenida, como nos tiene acostumbrados en papeles anteriores pero está vez más intensa. Su Springsteen es un hombre que camina solo por las carreteras de Nueva Jersey, buscando redención más que gloria.
Lo acompaña Jeremy Strong, quien interpreta a Jon, mánager del rockero. Al igual que su actuación del año pasado en El Aprendiz, sorprende nuevamente por su gran capacidad interpretativa. Otra gran actuación fue la de Stephen Graham como el padre de Bruce, figura angular de la trama y casi irreconocible hacia el final de la película.
La música, por supuesto, es lo mejor de película, no sólo por la evidente elección de canciones, sino que junto a la atmósfera cada acorde se siente como una confesión.
Aun así el guion cae por momentos en lugares comunes del género, como el padre ausente, la crisis creativa, la búsqueda de sentido, y es inevitable compararla con otras propuestas como A Complete Unknown de 2024 que también aborde estos temas de la vida de Bob Dylan.
Sin embargo, a diferencia de esta última, Scott Cooper acierta en el momento de la historia de Springsteen que retrató.
Deliver Me From Nowhere no busca glorificar a Springsteen, sino comprenderlo en la necesidad de detenerse para no perderse antes de la gran transición. Sin duda para fans de esta leyenda del rock es imperdible, pero para nuevas generaciones es la oportunidad perfecta de acercarse a la música del “Boss”.
